A finales de julio, Revista Café irlandés tuvo la oportunidad de conversar con la cantante salvadoreña Pamela Robin, quien este 2019 presentó su más reciente producción discográfica titulada “Mi equilibrio”.
Maridaje recomendado: Café
Por: Felipe A. García*
Pueden escuchar el disco «Mi equilibrio» aquí
Han transcurrido doce años entre su disco anterior (Transición, 2017) y esta nueva producción (Mi equilibrio, 2019). ¿Cómo se siente regresar después de tanto tiempo?
Se siente bonito. Sobre todo al ver que hay muchas personas que todavía me siguen. También estoy llegando a otro público que recién me está conociendo. Es divertido, pero si me tomé mi tiempo fue por muchísimas razones. Una de las más importantes es que yo buscaba un nuevo sonido. Mi misma esencia, pero un nuevo sonido. A veces eso toma tiempo. Hay personas que hacen un disco en dos semanas, un mes, un año. Yo me tardo más. A parte de eso yo he viajado mucho y me he preparado también en el ámbito del cine. Eso acaparó gran parte de mi tiempo. Y a mí me gusta hacer las cosas bien. No quería sacar algo sólo por sacarlo. Creo que es importante recalcar la diferencia que hay entre “Transición” y “Mi equilibrio”. Ambos son discos de dos épocas distintas. Los discos físicos ya no son una cuestión muy solicitada por el público. Es un artículo más de recuerdo. Porque ahora desde un teléfono o computadora podemos escuchar música en cualquier parte del mundo. Eso es lo que más me ha llamado la atención de esta época. Antes uno debía tener los discos, buscar dónde llevarlos a la radio, hacer una presentación formal, ver los puntos de venta (que por cierto, eso no ha cambiado para nada; aquí nadie te los quiere comprar en los establecimientos sino que te los dejan en consignación). Y eso tampoco sale a cuenta. Porque tu gastas en el disco, la portada y las fotos, entre otras cosas, y todavía te toca gastar como persona indenpendiente. Es complicadísimo. Creo que ahora con las plataformas digitales se ha hecho un poco más fácil la situación, pero también han creado más competencia. Porque todas las personas en el mundo pueden subir su música. Eso es fabuloso porque conocemos cosas de Tailandia, Finlandia, Suecia, Vietnam; y así también, hay personas de esos lados que conocen cosas de El Salvador, Chile, México. Estamos viviendo una época en la que uno debe adaptarse. Así hice con mi disco. Traté de modernizarme con el sonido sin perder mi esencia de la voz o mi forma de componer.
¿Tendremos en El Salvador la oportunidad de ver un show en vivo para promocionar el disco?
En eso estamos. O sea, no voy a mentir, ha sido un dolor de huevos esta onda. La gente de repente pregunta por qué no lo hago. Yo quiero, ¿cómo van a creer que no voy a querer cantar en vivo para todo el público? Pero montar un concierto requiere de presupuesto y mucha gente que está ajena a mí, a las que no puedo solo pedirles el favor. Estamos hablando de sonido, luces, lugar, músicos, ensayos, entradas. Es muy complicado y no hay espacios acá. Por ahora la gente, los músicos, intentan crear un par de cosas. Hay como dos lugares o tres, y no son precisamente en San Salvador. Uno es en la playa, otro en Santa Ana y así. Pero para el tipo de música que nosotros hacemos no hay. Porque no somos un mercado atractivo para las marcas por no ser Reguetón o cosas bailables. Es difícil. No es que no quiera. Lo sigo intentando. Espero en estos días poder confirmar aunque sea en un bar para poder realizar un concierto.
¿Qué tan difícil es en esta época mantenerse fiel a un género musical como el Rock cuando existe mucha demanda comercial por géneros como el Reguetón?
Se trata de lo que uno es. Debe ser sumamente difícil, desconcertante y complejo intentar ser otra persona. Porque yo tengo cierto estilo que en cada disco trato de renovar. Pasar al Reguetón es como decir “solo quiero plata”. Pero esa nunca ha sido mi intención. Me lo han propuesto, pero no es mi intención. Respeto a todo el mundo que le gusta este tipo de música, pero deberíamos tener espacios para todos los gustos. Y lo que ha pasado en el país es que se ha cerrado a un solo estilo y no permite ver la maravilla de talento que hay en El Salvador. Hay muchísimos artistas que tienen propuestas interesantes. Pero no hay espacio para ellos porque ese espacio está reservado para el Reguetón. Y si encuentran un espacio no te quieren pagar. Algo que para mí es ofensivo. No es que te tengan que dar el trato de “divo”, pero por lo menos darte un trato justo y decente. Son cosas que dependen de la cultura. Yo espero que haya un cambio en ese sector. Porque si nosotros no logramos mostrarle a las nuevas generaciones y educarlas a respetar todo este tipo de géneros, a respetar el arte y ver la importancia del arte en un país, las cosas no van cambiar.
En otros medios de comunicación dijo que otra de las razones por las que tardó doce años en sacar este disco, fue porque no quería que nada fuera gratuito. Ni las letras ni las melodías. ¿Qué tan difícil fue el proceso de composición y selección de las canciones en este disco?
No es que haya sido tan complicado. Lo difícil para mí fue cambiar mi chip mental. No quedarme escribiendo sobre lo mismo. Quería escribir sobre muchas cosas que al final reflejan lo que soy. Y para eso hay que conocerse. Todo es un proceso. Yo me tomé el tiempo para conocerme, aceptarme, quererme así como soy, para luego escribir sobre eso. Creo que por eso le está gustando el disco a la gente. Porque se identifican con cada canción. Eso era precisamente lo que yo buscaba.
¿Cuánto ha crecido la Pamela Robin de “ES Pamela (2005)” y “Transición” en relación a la de “Mi equilibrio”?
Muchísimo. Creo que mi voz ha crecido mucho. Lo digo con toda la humildad. Creo que estos años me han ayudado a aprender a manejar mejor mi voz y madurarla. Eso también va con la edad. La gente cree que teniendo un potencial o un tipo de trabajo es suficiente, pero no lo es. Requiere de mucho esfuerzo. Aunque me siento bastante orgullosa, sé que falta mucho por hacer. Este solo es el comienzo de una nueva etapa. Este disco es el inicio de una nueva etapa. Y digo que me siento orgullosa porque no ha sido fácil ningún proceso. A veces ha sido doloroso, otras divertido, también ha sido frustrante por la espera, pero de todo he aprendido. Por eso se llama “Mi equilibrio”. Porque se trata de buscar estar bien aunque no todo esté perfecto.
Últimamente se ha discutido mucho sobre la reforma de ley de cultura, para la incorporación de un 40% de la música nacional en las radios del país. Me gustaría conocer su opinión en relación a ese tema, así como saber ¿qué tanto apoyo ha recibido por parte de las radios nacionales para la promoción de “Mi equilibrio”?
Si me preguntas si estoy a favor, lo estoy. Desgraciadamente esto se debe a que no todas las radios programan música nacional. Y digo no todas porque hay una que otra que sí te pone en programación. Una cosa es ir a presentar tu disco o el sencillo a la radio y que estés ahí con un gran feeling, y la otra es que te digan “que bonita tu canción, nos vemos” y ya no entre en programación. Así quién la va a escuchar. Constantemente escuchamos de cinco a diez veces la misma canción en una radio, tal vez una que no sea la mejor, pero ellos se escudan diciendo que es lo que la gente pide. Y está bien. La gente la pide porque tuvo la oportunidad de escucharla varias veces y le gustó. Pero también hay otros públicos a los que les puede gustar lo que nosotros hacemos, pero no pueden tomar esa decisión porque no nos escuchan. Otros ponen de excusa la calidad. Dicen que el tipo de grabación debe ser más profesional. Yo por suerte no tengo ese tipo de problema. Pero aún así me ha costado que me pongan en la radio. Y no soy la única. Muchos creen que por culpa de esta reforma tendrá que sonar Cumbia en una estación de Pop. Y no. Se trata de que cada artista en su género suene en el género de la radio. No sé por qué es tan doloroso que de 10 canciones pongan 4 nacionales. Hay muy buena música acá. A parte de eso favorecería a la cultura, impulsaría a varios artistas, porque en el extranjero lo primero que ven es lo que has hecho en tu país. Afortunadamente yo tengo una buena trayectoria y tengo discos de los cuales me siento orgullosa. ¿Pero cómo una persona nueva va a lograr eso si no se le está apoyando? Es algo que de verdad lo tiene que hacer el gobierno. Deben colocar una ley de apoyo. Canadá, por ejemplo, exige un 70% de música nacional a las radios. En España hay una ley que te prohibe poner música en inglés. Y eso lo hacen porque hay que conocer lo que se hace en un país. Porque del arte nace la cultura. Nace de los libros, la música, el teatro, el cine. En mi caso, no me puedo quejar mucho porque sí se que hay algunas emisoras que están poniendo mi música en programación. De otras no estoy segura. Y en otras me dijeron que ni siquiera me pusieron. Una me dijo que el dueño había prohibido poner música nacional porque estaba enojado porque estuviéramos luchando por esa reforma de ley del 40%. Es complicado. Se trata de cultura y educación. Tengo fe de que esto crezca y se haga para que conozcamos a un montón de artistas que están haciendo cosas.
Para que al artista nacional se le respete su trabajo de igual manera que a uno extranjero, ¿A quién hay que educar? ¿Al público, al gobierno, las mismas radios?
Es un conjunto de cosas. Porque la principal educación viene de la casa. Cuando tu eres chico sales de la casa al colegio, ¿Qué escuchan en los turnos de radio en ese momento? ¿Qué escuchan los chicos en internet? ¿Qué es lo que muestra la tele? Todo eso debería ir apoyado de festivales o ferias donde se exponga la música nacional para que la gente la conozca. Antes, en los 90, habían festivales acá. Ahora ya no los hay. Ahora cada músico debe ir a ver cómo cantan poquito en un bar para por lo menos hacer lo que aman. Yo creo que es un conjunto entre la casa y la sociedad. No podemos dejárselo solo a uno. Hay que comenzar en casa y con el apoyo de la sociedad y el gobierno debería haber algo, porque ahorita no hay nada. Todo el mundo ha prometido cosas, ha dicho que harán cosas, pero no hacen nada. Dejan a todos los artistas en el aire y no es justo. No es justo porque yo conozco a la mayoría de ellos y todos lo hacen con un gran amor. A veces sin tener un beneficio propio. Lo hacen únicamente porque como artistas tienen esa necesidad de expresarse.
Retomando lo que hablábamos al principio sobre las nuevas plataformas digitales, ¿están favoreciendo estas el trabajo de nuestros músicos nacionales?
Económicamente uno no gana millones de dólares. Eso lo hacen los artistas inmensamente grandes porque tienen presupuestos millonarios con sus disqueras. Los que somos independientes o con disqueras pequeñas, vamos ahí, no nos morimos de hambre. Pero creo que es una gran plataforma para dar a conocer la música de El Salvador. Porque antes, si no era la radio, ¿cómo? Te tenían que pasar un CD. Ahora te pasan un link y lo podés escuchar en cualquier lado. Creo que es un buen momento para que los artistas salvadoreños lo hagan. Es como en el cine. Ahora ya no hay excusas. Ahora con un celular se puede hacer una película, un corto. Entonces sí creo que ha beneficiado mucho eso. Sobre todo en la parte de la promoción individual a nosotros que somos independientes. Y me encanta que de repente, gracias a estas plataformas, hay gente que me escribe para decirme que escuchó el disco y descubrió que tenía otros. Eso me llena de mucha satisfacción porque ha sido tanto trabajo, tanto tiempo, tanta angustia que este se ha convertido en mi momento de disfrutarlo, respirar y agradecer.
Por lo que me cuenta me queda claro que no existe malinchismo por parte del público…
No. El malinchismo surge a la hora de pagar para ir a un concierto. Siempre he dicho que para mí lo más ofensivo que me puede decir alguien es que le regale un disco. Es como si yo le pidiera que me regalara un año de su sueldo. O cuando me preguntan si voy a realizar una presentación para regalarles entradas. ¿Por qué si para un artista internacional no les duele pagar 10 ó 15 dólares, para uno nacional sí? El show puede ser de la misma calidad y a veces hasta mejor. Porque hay varios artistas internacionales que no es que sean la gran onda, pero han tenido un muy buen presupuesto gracias a la música comercial que tocan. Hay cosas de gran calidad que la gente no las quiere pagar. Ahí es donde entra el malinchismo.
¿Qué viene ahora para “Mi equilibrio”? ¿Qué paso dará para seguir promocionando el álbum?
Ahorita estoy preparando el lanzamiento del siguiente sencillo que saldrá en septiembre. También estoy viendo lo del concierto. Por lo menos un concierto pequeño. No quiero quedarme con esa sensación de que no le canté a la gente que en verdad está esperando algo. Yo realmente respeto mucho a esa gente que me sigue, y por ese respeto es que estoy tratando de montar algo de nivel. Porque tampoco quiero llegar a hacer una tontería. Trato de ofrecerles lo que se merecen. Ellos se merecen lo mejor. En eso estoy trabajando. Se viene, también, la promoción en México. Tengo entrevistas allá y un showcase. Además de dos conciertos que se harán en Chile. Uno en Santiago y otro en Valparaíso.
¿Cómo es el recibimiento de un artista nacional en el exterior?
Pues hay otra cultura. La gente está abierta a sentarse y escuchar a las bandas. Pagan la entrada, escuchan la banda y si les gusta, compran el disco o van a otro concierto o bajan su música. Tienen esa disposición que no hay aquí. Es una cuestión cultural. México tiene tantas propuestas, tanto talento. Millones de personas talentosas, así como muchísima gente dispuesta a darles la oportunidad. Acá no. Si no viene prefabricado y con éxito del extranjero, no van. Esto es culpa de que no hay una sección cultural en el país que se encargue de promover el talento nacional. Esa es una realidad ineludible que debe de decirse porque no podemos permitir que a los artistas se les pague con gaseosas y pan dulce. O peor aún, creer que una piñata con payasos es un acto cultural. Son dos cosas distintas. A eso me refiero con el apoyo en el sector cultural en El Salvador.
*Felipe A. García (San Salvador, 1991) ha publicado las novelas “Hard Rock” y “Diario mortuorio” con la Editorial Los Sin Pisto (2018). Es Gran Maestre en perder los Juegos Florales de El Salvador.