Diego Vignolo On The Road

Diego Vignolo, comediante Uruguayo, presentará el próximo jueves 15 de agosto, su especial “Comedian On The Road” en El Salvador. Revista Café irlandés tuvo la oportunidad de platicar con él sobre esta gira latinoamericana que emprendió en el 2016. 

Maridaje recomendado: Café

Por: Felipe A. García* 

Foto de portada: Mariana Morales 

Comencemos hablando de la gira que presentará el próximo 15 de agosto en el país, “Comedian on the Road”, la cual inició en el 2016 y ahora se encuentra en su cuarta edición. Misma gira que, además, tiene la peculiaridad de ser autofinanciada. Cuéntenos, ¿cómo surgió la idea de esta gira y cómo ha sido la experiencia? 

En efecto, la ejecución de la gira comenzó en el 2016, pero la idea inició en el 2013, cuando me mudé a Argentina. Lo que se me había ocurrido era la curiosidad de qué pasaría si me dedicara a viajar una o dos semanas por diferentes ciudades de Argentina a presentar el show. Después me contactó alguien, colegas en Chile, Costa Rica, Colombia, preguntándome por qué no iba a presentarme por allá. La idea quedó, pero lo que faltaba era dinero. Empecé a juntar el dinero para irme, así como preguntarles a estos contactos si me ayudaban, si me daban una mano. A mí lo que más me preocupaba era llegar a un lugar y no tener a alguien que me ayudara a programar. Y nada, en 2016 probé esta gira por primera vez en Buenos Aires, Mendoza, Chile, Medellín, Costa Rica y Nicaragua. Hasta ahora la experiencia ha sido súper positiva. Como decía, la gira sí es autofinanciada por mí, además de lo que va generando, que son los amigos que me ayudan en ese autofinanciado. Todo ha sido muy positivo, arriba de mis expectativas. No me imaginé que fuera yo un puente de contacto entre otros contactos de Latinoamérica. Porque yo voy (a una ciudad) y luego me piden que les pase otros contactos de otros países. Todo se va formando como una bola de nieve y nada. Estoy feliz porque es mí proyecto, algo que generé para darme nombre como comediante en el continente. 

Tengo entendido que un especial de comedia de una hora, como el que presentará acá, es el resultado de varios meses y hasta años de trabajo, en los que escribe el material para luego validarlo con el público en pequeñas presentaciones. Todo esto para armar una rutina sólida. ¿Cuánto tiempo tardó usted en trabajar el material de esta rutina?   

Se podría decir que todos estos cuatro años. Hacer una hora sólida es difícil. Cuando yo salí por primera vez, tenía unos siete años haciendo Stand Up (quitando los primeros años que son de investigación). Y esa primera salida fue para tratar de entender qué parte del material iba a funcionar y cuál no. Además de la curiosidad que se iba a generar a medida iban pasando las visitas. Entonces, ahora sí lo que tengo ya tiene la misma solidez que cuando lo presenté en mí país (Uruguay). Siento que hoy sí tengo una rutina de una hora sólida, ya probada en varios países donde ya pasé el proceso de presentar algo que no funciona, retroceder, reescribir, jugar con la experiencia anterior y volver a construir. Después de estos cuatro años, probando el material en diferentes países, me consta que lo que tengo se entiende desde Argentina hasta México. 

Usted es uruguayo. Imagino que en Uruguay tienen una identidad humorística, cargada de referentes culturales, que no compartimos o con los que no nos identificamos en el resto de Latinoamérica. Eso lo obliga a escribir un material más universal. ¿Cómo se escribe una comedia universal? 

Es cuestión de prestar atención. Yo lo vi en pequeños factores. Por un lado, intenté abrir mi espectro de público. Por ejemplo, yo tengo mi público en Uruguay, ellos me entienden, entonces no hay ningún problema. Pero también tengo a Argentina a lado, que son una gran plaza y no distamos tanto que Uruguay. Miramos la misma televisión, conocemos los mismos personajes famosos, consumimos más o menos la misma música, entonces ellos también me pueden entender.  Con ellos sólo tengo que cambiar ciertas cosas. Pero al cruzar a Chile es deferente. Entonces, pesa el pensar de forma universal. Cuando se me ocurre un chiste o una rutina, yo la comienzo a trabajar en lenguaje universal. Por ejemplo, cuando hay elecciones en Uruguay, todo lo que tenga que ver con elecciones será material exclusivo para Uruguay. Pero sé que existe el universo de las parejas, de los padres, del trabajo, del cuerpo humano, animales, religiones, relaciones sexuales, vestirse, medio ambiente, hay un montón de temas que son de todos. Y otra de las cosas que me pasa es que me pregunto por qué si puedo mirar un show de comedia del año 70, de un americano y que todavía me siga riendo, ¿por qué no podría hacerlo con todo un continente que habla un mismo idioma? Debe haber una brecha donde yo pueda transitar y en la que todos me puedan comprender. Se trata de dedicarse a pensar más en forma universal. Si yo tengo un personaje local que está en contra del aborto, yo puedo buscar otro personaje que tenga las mismas creencias pero con características universales. Con ese pequeño cambio yo sé que no solo me van a entender en mí país, sino también en todo el resto de la región. Ahí expandí mi público. Ahí uno comprende que tenemos muchísimas cosas en común, solo es cuestión de identificarlas. 

¿Qué tanto estamos conectados a nivel de comedia los países de Latinoamérica? 

Yo creo que hay muchas cosas en común. Creo que la brecha la tenemos cerrada nosotros, porque pensamos que en Colombia, por dar un ejemplo, son totalmente distintos. Obviamente ellos tienen una realidad local distinta, pero viven exactamente igual que nosotros. No somos tan distintos. De nuevo el mismo ejemplo, ¿por qué puedo ver a un cómico americano o inglés y entenderlo perfectamente, divertirme con él y ser su fan, y no hacerlo con alguien latinoamericano? A veces esos topes nos los ponemos nosotros mismos. “No, que en tal lugar no me van a entender”, ¿Vos qué sabés? Probá, preguntamos, y ahí entendemos la realidad. Hay un universo que es propio de un lugar y otro que es universal. Pensar en esa parte universal es donde podemos convivir. 

La gira lo ha llevado por distintos países como Argentina, Chile, México, Costa Rica, Guatemala, etc. ¿Cómo ha sido la experiencia con los distintos públicos? 

Ha sido muy loca, muy rara. Me pasó lo que hablábamos antes, los públicos no varían tanto en ciertas características. Hay públicos que por conocer menos el Stand Up, tienen menos costumbre de verlo. Entonces con ellos los códigos no están del todo establecidos. En una escena como en Argentina o en México, donde hay mayor consumo de Stand Up, el código está mucho más instalado y todo fluye. Es totalmente normal, como si fuera local. Pero en los primeros años que fui a Nicaragua, donde la escena local se estaba forjando y los chicos estaban comenzando a enseñarle al público que había que entablar un código de cierta forma. Si ese código no está establecido, los shows son un desmadre. En uno, recuerdo, me gritaron de todo. “¡Argentino! ¡Hey, boludo! ¡Argentino!”. Se divertían gritándome y yo la estaba pasando terriblemente mal, pero tiene que ver con esa costumbre del código. Pero de vuelta, no somos públicos tan diferentes. Somos muy parecidos. Tenemos en nuestros adentros la idea que somos muy distintos del sur a los centroamericanos o mexicanos, pero estamos mucho más cerca de lo que pensamos.  

Hay comediantes que dicen que el Stand Up Comedy es muy personal, que los comediantes trabajan mucho el tema de sus tragedias. Que una persona con una vida perfecta no es material de comedia. ¿Cuáles son los temas que usted trabaja dentro en su rutina y qué tan personales son? 

Sí veo la comedia como algo personal, pero solo en el uso de mi visión de las cosas. Nunca fui de hablar de mí mismo como temática. Creo que en ninguna de mis rutinas hablo de mi familia o de alguna característica mía. A veces cuento mi experiencia como conductor y nada más. O tal vez desde lo anecdótico. Me pasó algo y a partir de ahí dirijo la comedia hacia otros lados. He encontrado que mis temáticas las voy eligiendo a medida me van generando algún interés o diversión. Temáticas que me engancharon, me sedujeron por lo divertido y eso fue generando la rutina. Otros sets surgieron porque me interesa el tema. Yo tenía una rutina hace muchos años sobre los niños, la dejé a un lado por mucho tiempo y la volví a retomar porque después de unos años uno mismo cambia y esa rutina, al verse desde otra perspectiva, también cambia. La retomé y le sumé otro bloque que refiere a los derechos de los niños. Me pareció interesante hablar desde esa perspectiva. Terminó quedando como todo un gran bloque. Hay otras cosas que no tienen un por qué más que la diversión. Tengo un par de chistes sobre las palomas, que no tienen más razón que ser divertirnos. Ahora estoy empezando una etapa donde me interesa que se hable de “X” tema. En Uruguay empecé a hacer rutinas más políticas. No sobre política en sí, sino sobre esto que está sucediendo. Una entrevista que salió mal, un político que dijo algo que sonó raro. Todo ese tipo de cosas me han llevado a una comedia mucho más seria. Trato de mezclarla con otras cosas no tan pesadas para generar un equilibrio. Un poco de tonterías y otro poco de cosas que sí me interesan. En Uruguay puedo hacerlo porque es mi plaza, pero obviamente no voy a ir a otros países a hablar de sus propias políticas. Sí puedo hablar de la clase política, que también es otra cosa que no es tan diferente de las demás. No significa que un país es corrupto y los otros no. La clase política tiene una imagen que ya es igual para todos. Entonces desde ahí sí puedo pararme a hablar sin señalar a nadie e involucrarnos a todos. Pero nunca he visto la comedia como algo del “yo”. Sino que “yo veo esto así”. 

Ahora que lo menciona, ¿qué tal se lleva la comedia con la corrección política? 

Hay de todo. En la comedia, sobre todo en el Stand Up, hay gran variedad. Cada uno va descubriendo sus propios intereses. La corrección política está en esa línea fina que divide al que no le interesa generar esa polémica de los que decimos lo que queremos decir, a pesar de que alguien no esté de acuerdo. El tema del movimiento feminista, por ejemplo, le ha permitido a muchas mujeres a salirse de esa corrección política que siempre las mantuvo a raya. Les ha permitido,deliberadamente, cruzar esa línea, salir, levantar la mano y decir que algo está pasando, haciéndolo con humor. Yo soy partidario de que el humor tiene que hacer eso. El humor cuando se adapta demasiado al sistema, termina siendo demasiado funcional. Si existe un problema, vamos a divertirnos con él, pero no olvidarlo. Ya hemos visto varios cómicos generarse polémicas. Hay otros que no quieren que eso les suceda, por lo tanto construyen su humor de manera más blanca y políticamente correcta, mientras que está el que cruza esa línea deliberadamente para poder decir ciertas cosas que no se están diciendo. Son dos visiones distintas. Pasa en cualquier arte.

Usted es uno de los primeros exponentes del Stan Up Comedy tanto en Uruguay como en Latinoamérica. ¿Cómo ha percibido la evolución que este tipo de comedia ha tenido en la región? 

Ha tenido un crecimiento muy veloz. Si me pongo a ver desde el primer viaje hasta hoy, cada vez que vuelvo a los lugares siempre me llama positivamente la atención que al otro año ya apareció un programa de televisión o un comediante que ha generado movimiento en redes y ya tiene su propio público. A Medellín fui una vez, me llevaron para un show, y al año siguiente ese show lo estaban filmando para televisión, en un teatro con el doble de capacidad que al que yo había ido. Siempre que vuelvo a un lugar han dado un paso más. Ha crecido algo. De hecho, de eso hablamos con muchos colegas. De que no sabemos si hay registro de algún otro género que haya evolucionado y crecido tanto en diez años. Porque estamos hablando que hace quince años, en ninguno de estos países, había comedia tipo Stand Up. Hoy hay cientos de especiales en Netflix. Conozco a infinidad de comediantes a los que esto les ha cambiado la vida. Antes trabajaban en otra cosa y de alguna forma el Stand Up los enamoró y dejaron su trabajo. No sé si hubo otro tipo de género que generara una expansión así. Todos nosotros, hace quince años, ni siquiera nos imaginamos que esto iba a pasar. 

*Felipe A. García (San Salvador, 1991) ha publicado las novelas “Hard Rock” y “Diario mortuorio” con la Editorial Los Sin Pisto (2018). Es Gran Maestre en perder los Juegos Florales de El Salvador.

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