La transición

Presentamos nuestro segundo cuento del «III Especial de Halloween de Revista Café irlandés». Se trata de «La transición» de Fabio Cano. Con este relato corto, Cano hace su debut literario en nuestra revista. 

Maridaje recomendado: Clamato natural 

Por: Fabio Cano*

En ese momento a Renato le atacó la maldición: todos sus órganos se duplicaron, y las copias fueron expulsadas de su cuerpo sin dejar herida. Estos órganos que se agitaban en el suelo parecían regenerarse constantemente y seguir funcionando a pesar de no tener ningún sistema de apoyo. El corazón saltaba impulsándose con cada latido; los pulmones se hinchaban desesperados como peces globo fuera del agua; los intestinos reptaban con velocidad como serpientes infinitas: todos lo perseguían. Lo perseguían y Renato corría por la calle.

Al llegar a una pendiente cometió un error, decidió ir colina abajo y no tomó en cuenta lo bien que rodarían los ojos, la vejiga, los testículos, los riñones, el cerebro. Hasta el apéndice ganaba velocidad. Era inevitable, los órganos de Renato, esas copias escurridizas lo alcanzaron, le hicieron tropezar y comenzaron a intentar ocupar el lugar que tanto deseaban; ocupar ese cuerpo origen del cual fueron moldeados. Pobre Renato, sería reemplazado gradualmente.

Los ojos se enroscaron, girando como trompos, hasta entrar en sus cavidades desplazando a los anteriores; los intestinos se estiraron y penetraron como una lanza, parecían bordar el cuerpo, entraban y salían de su carne abriendo huecos para la entrada de los demás órganos blandos; el cerebro, este se quedó quieto hasta que terminara el espectáculo, quizás por comodidad, deseoso de entrar una vez que todo estuviera listo para tomar el control o, tal vez, motivado por un simple morbo a la agonía, conocedor de que si entraba primero Renato no sufriría la transición hasta el final. Cuando los demás órganos se ubicaron, la carne de Renato comenzó a sanar cerrando todas sus heridas. El cerebro estaba listo, rodó hasta su rostro y se condujo hacia su boca, sabiendo que cada órgano haría lo suyo, retorciéndose por dentro, para mantenerle la boca abierta de dolor. Renato consiguió una mordida, dos, pero nada que impidiera el paso final. Después de un último grito, Renato vomitó su antiguo cerebro y dejó de ser él para siempre.

*Fabio Cano (San Salvador, 1993). Formado en ciencias políticas, vive alejándose del uso práctico (o falta de uso) de su formación, convencido de que en el momento en que todos pretenden fabricar e imponer sus “hechos”, lo único real que le queda es la ficción.

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